miércoles, 24 de septiembre de 2025

REGRESÓ EL POETA

 


REGRESÓ EL POETA


No sé si me robaste o me rescataste,

si me ganaste, me entregaste o me compraste.

Tú, y ella, consuelo para las dos

que aún me dan luz y música.

 

Sigo prisionero de sus celdas,

sin la rabia de un juicio perdido, sin penitencia.

Jamás podría definir su esencia,

su sudor; hermosas diosas; ¡yo lo provoqué!

 

Sus diferencias tejieron dos amores inmensos,

sin desequilibrar la balanza de la Sagrada Dualidad.

Nunca cerré los telones por respeto a mi corazón y al de ellas.

Soy testigo. ¡Soy yo, y qué!

 

El verdadero amor perdona sin crueldad,

incluso cuando la espina hiere.

Yo también, cuando me enfrío, me la quito.

Mi don: no unirlas en un dulce batido de leche y mango,

sino admirar a cada una,

oliendo la incólume Sagrada Dualidad.

 

Aún respiro ese amor en cada recuerdo, en este presente…

La Divinidad me ordena ser cínico, conteniendo un amor que es Tuyo,

rompiendo reglas como ceremonia de verdad.

Cinismo con amor: ¡el puro, no el griego!

 

Lo que me tocó, sin superar,

respirando sin sábanas de romántica culpa.

En todo lo que toco dejo amor, mis amores:

mis recuerdos...

Mi pequeño telón abierto,

como la ventanilla de un avión con nubes,

siendo solo un punto.

¡¿Ahora lo comprendes?!

¿Ahora lo entienden?

 

El millonario brilla, sí, pero se apaga.

El poeta es brillante, siempre…

Es destino y categoría de la Santísima Dualidad.

No hay más.

Amor consagrado, no mío; lo planeó el Altísimo.

Soy el poeta respirando intermitente: ¡paz!

Acompañándome, como es costumbre, mi celosa computadora… y,

¡ese vaso!


Firmo: Franz Alberto Merino Dávila.


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