martes, 9 de septiembre de 2025

CONSTELACIÓN FRATERNA (para mis tres hermanos queridos)

 



CONSTELACIÓN FRATERNA 

 

Tres almas se solidarizaron con la del último hijo que cuidó,

en el final y sin experiencia, de nuestros padres.

Tremendo noble gesto:

esperan con paciencia su herencia.

Me la brindan entre líneas, sin obligación de devolver,

como ofrenda de amor

hasta el final de mis días.

Su generosidad no solo viene de lo ancestral;

es pacto silencioso,

es justicia encarnada,

es compensación por el alto precio

que pagué, sin arrepentimiento,

con bíblica voluntad, con gran amor filial.

Ustedes, mis hermanos son el afecto que no exige,

sino que acompaña, sin juicio.

A mis pares extras de manos, a esos seis brazos,

esos bolsillos, a mis tres fraternos pacíficos latidos del borde rojo…

para esas tres allegadas conciencias; toda mi gratitud: la eterna.

Mis palabras en estos versos son para ustedes:

las escribo con el color digital del titanio —no el físico—

sino con el que tiñe mi talento recibido, mi poesía,

mi riqueza personal.

Mi abrazo ritual para ustedes

no viene como el de los doce discípulos donde hubo traición,

sino el de los mosqueteros con su lema:

Todos para uno y uno para todos.

Nuestro abrazo es una cadena de acero, de honra y respeto:

¡Los abrazo fuerte y sostenido!, con mucha alegría, y una pizca de tristeza…

Merecen ser nombrados como campeones y bondadosos humanos,

visibles y gloriosos en el pódium de la ejemplar hermandad,

guardianes de mi derrotero final:

el primero, el segundo y el tercero... eslabones de mi constelación…

Gracias por todo el legado compartido.

Mi gratitud con reverencia y total decencia.

Los amo con esa intensa lágrima reservada

para esa última página con final feliz del escritor sin tragedia:

la que se escribe sin tinta y se suspira

con el profuso pulso de la gentileza

y la dignidad de esa mano rescatada del abismo.

Medallas inquebrantables para los tres,

no las metálicas de oro ni de plata de joyería mundana que se cuelgan:

las irreplicables, las que se sienten dentro de la piel y son luz,

las de sangre cariamanguense y macareña de cepa.

Ustedes son mi silencioso ritual de sagrada cofradía,

que nunca me invadió…¡Justicia para ustedes, la del guiño de la Dualidad Sagrada!

¡Honor y gloria para mi bendita sangre, para mis estrellas terrenales!

¡Perdonad, mis lágrimas de orgullo... y mis aplausos hasta la tendinitis!

No queda más que ofrecer estos últimos tres silencios musicales: uno… dos… tres…

así les entrego toda mi solemnidad en un  invisible pentagrama místico;

desde aquel rincón del sur andino ecuatoriano y sin ser Liszt ni Schubert,

como deudor recogido, abrigado por ustedes y sin culpa.

Al final, sin ser perdedor ni ganador les entrego este pergamino espacial,

al primero… al segundo… al tercero… a los tres afectos entrañables;

sin ruido de despedida del alma que no suena como bisagra de confesionario;

su cuarto y humilde hermano bendiciéndolos como rutina memorial de orfandad;

orando a mi estilo, diariamente, por ustedes…

deseándoles siempre lo mejor en mi testamento silencioso...

¡Siempre!

 

Franz Alberto Merino Dávila

Poeta y escritor ecuatoriano.