Cuando estoy contigo lo único que pido a mi cuerpo
es que no enferme ni me falle y pierda aprisa su energía;
el tiempo es oro a tu lado… ¡Tú, lo has dicho!
Eres el lienzo sobre el cual me acuesto
y con mis manos prendidas a ti, tu relieve pinto…
Hoy me siento solo. Gris y obscuro veo todo.
Te has ido a otro lugar, allá no tienes
ni tengo conexión virtual alguna contigo…
Mis pasos no acompañan a los tuyos,
están lentos… celosos, torpes,
ya no quieren deambular, ni vivir.
Pero, mi pluma desea seguir aportando al arte,
y esa luz literaria algo revitaliza… me aviva.
¿No debería importarme este dolor?… ¿Tu ausencia?…
Avanzo, herido y muy lastimado por mi vida…
A veces, es preferible no escuchar ciertas confesiones,
más aquellas que dejan una ligera decepción;
manchas indelebles sin grado mortal.
Sin embargo, dañinas, purulentas,
sorpresivas e impensables en un historial casto:
afean la vida de quién amamos.
Intento desperdiciar esta bella noche de Luna,
ya perdí la cuenta de las reiteradas veces
que tu rostro saturó a mi pensamiento.
¡Cuánto te extraño, amor mío!
Pero, debo seguir aportando más a este plan Divino.
Intentaré acostumbrarme a vivir estos días sin ti,
no dispongo de ti, es imposible ahora.
Continuaré inspirándome,
y recodando exclusivamente tu olor.
El arte me lo exige y mi amor hacia él.
Deberé seguir escribiendo aún faltándome tú.
Siento que la ovación tardará en llegar,
para todos mis poemas y mis libros,
así como tu presencia tan anhelada:
eso me oprime y en vez de empujarme, me aniquila…
La gloria la encontré y rebosante,
sólo sobre tus senos y tu espalda.
Busqué otro refugio… lo intenté, debo revelarlo,
pero el más placentero con sabor a victoria
sigue siendo el tuyo aunque viva en pecado;
estoy seguro: no encontraré suplente alguna,
en este atribulado mundo compartido contigo.
Me abato al ver mi «traidora» realidad…
El mundo está lleno de dolor,
porque está lleno de verdades…
y la mayoría de las verdades punzan;
aunque me duela y mucho… ¡quiero libertad!…
Ansío libremente poder correr a tus brazos…
besarte, susurrarte mi amor estando desnudos…
Jugar, viajar, reír, componer todos mis versos:
los mejores, contigo en vivo… y, tú los escuches
con reverente silencio y complacencia extrema…
Tú eres una de esas verdades que duelen.
Pero, sin ti no tengo paz, tampoco gozo.
Tu piel y tus detalles demasiado los añoro…
Cómo estar seguro de que tú estás pidiendo lo mismo
y viendo en este momento al gran farol,
al gigantesco vigía de esta alumbrada noche.
¿Estará tu mirada dirigida al cielo
suplicando un pronto encuentro?
Sin ti me siento morir en esta noche clara de Luna…
Únicamente, esa luz plateada es mi esperanza,
la belleza que sustituye a mi musa y evita derrumbarme
y caer como un ciego sin su imprescindible lazarillo.
¡Noche hermosa!… en otras circunstancias,
desearía permanezca iluminado tu rostro…
¡Sin ella, sin su tez, sin sus caricias, sin Piscis…
deseo blanca luz, muy pronto, acabes extinguida!
Franz Merino.
Basado en el libro “Infieles Anónimos. Diario de un amante: testimonio de una gran pasión” y, en el tema “Sonata claro de luna” del gran maestro, Beethoven.
https://sites.google.com/view/wwwfranzmerinocom/
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