TU ÚLTIMO VAGÓN.

TU ÚLTIMO VAGÓN.

Todos los vagones del tren de mi amor por ti, están llenos de versos.

Son kilómetros y kilómetros de vagones con destino hacia ti.

Pero la mayor medida es otra: es el silencio que te provocaría el saber

que esos vagones ya jamás harían ruido, nunca más verlos pasar.

Los itinerarios cuando se alteran, altera a quien nos espera… eso nos pasó.

Solo toca esperar y esperar, pero tranquila mi amor que sí llegaré.

Dime si acaso extrañas esos vagones, ese ruido, mi tren, esa ilusión.

Tal vez, tu último tren, tu último vagón, tu último poeta, tu último amor.

Dime si extrañas la aventura con mi amor, la adrenalina de vivir dentro de ti…

Aclárame cuánto me extrañas en casa, cuánto extrañas caminar conmigo…

Por qué no me llamas y me gritas que me amas, que no puedes vivir sin mí.

Dime en qué parada me esperas, tranquiliza mi ansiedad por encontrarte.

Necesito pronto una señal de ti, un mensaje, así llegaré antes de lo planificado…

Franz Merino

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CORAZÓN DE BASALTO.

CORAZÓN DE BASALTO.
El escudo de mi corazón protegía entrar a otro sentimiento.
Permanecí encerrado nutriéndome con la reserva de tus recuerdos.
Te esperé en la misma prisión donde nacieron  mis sentimientos para ti.
Siendo el  guardián de mi corazón te vigilé y evité la fuga de tu nombre.
No concebía vivir lejos de ti, dejar libre a mi Venus, a mi legal amor.

Hoy, me cansé de que no deseas alimentarte  de mi mano y conmigo.
Ya me cansé de escribirte, consentirte y de inspirarme en ti: te libero.
Soy la excepción del pensar de Shakespeare respecto al amor paciente.
Yo agoté toda mi paciencia, a mí no me funcionó su regla célebre.
Te di mi devoción, mi ternura,  esperando que la vida haga el resto.

Ahora, deseo desprotegerme y escoger otro nombre que sí me ama.
No deseo jurarlo con sangre, sino marcarlo en mí, pues ella lo merece.
Deseo en mi corazón un nuevo nombre esculpido que lo fortificará.
Lo blindaré y lo convertiré, definitivamente, en una roca de cuarcita.
Con el volcán de su pasión y mi fuego lo revestiré luego con basalto.

Desde hoy mi corazón aceptará otra dueña de llaves, por sus detalles.
Se lo ganó por su juramento sagrado de fidelidad, por su entrega total.
Por su atención cordial y su acople mimosamente brindado sin interés.
Porque, hoy por hoy, soy el dueño absoluto de su progresivo amor.
Por todo esto lanzaré mi corazón a su cráter… lo fundiré en su lava…

Franz Merino
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