LA
QUINTA FLOR
¿Puedo confiar en usted? – le pregunté en su cumpleaños.
Tuve evasivas por respuesta.
Un chamán willka me alertó: ¡ya no confíe en su palabra!
Me enrumbé a la tumba de mi madre, mi consuelo celestial.
Las interrogantes me pesaban como los bloques de piedra
Del camino de lágrimas y recuerdos del cementerio.
Antes llegábamos juntos en marzo a dejar cinco flores a la bóveda 50;
Cada una representaba a cada familia de sus hijos y otra por ella.
Más hoy solo dejé cuatro rosas, la quinta en su nombre faltó, la blanca.
Cual ermitaño inquirí a la lápida de granito, bendecido oráculo de Ethel:
¿ya no debo de contar con ella, para nada?
¡Lee las señales! -su mudez serena, susurrándome como un ángel, respondió.
¡La quinta flor ya no está!... -se despidió brumosa y taciturna aquella fuente tierna.
Se cerró aquel portal negro y dorado del silencio, justo cuando abrí mis ojos.
¡Adivinó!... ¡Cómo efímero amor, desertó! ... ¡Me abandonó, mi amante! -desperté.
Maldito el varón que confía en la mujer y en el hombre -evoco al profeta, Jeremías.
¡Reviviré! -con dolor, otro tatuaje más remarcaré en mi corazón.
¡Me reconstruiré! -estaré bien, nueva musa me sublimará.
¡Así sea!
Franz Alberto Merino Dávila
Escritor y Poeta Sudamericano.
Loja – Ecuador.
@franzmerino
#franzmerino
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