En homenaje al día del profesor ecuatoriano, como lo fue mi padre, Psicól. Cayo Tulio Merino Pérez. (Q.D.D.G.)
MEMORIA AMARILLA Y DULCE AMOR
- ¡Mira, abuelito Cayo Tulio, te traje una caja llena de mangos manzanos! Son tus favoritos, ¿verdad? -Sí, mi princesa. Gracias por acordarte de mí.
- ¿Sabes, abuelito? Mi papá me contó que cuando él era muy niño, casi no comía, pues pasaba muy enfermo, varias veces a punto de morir, consumía muchas medicinas que le restaba bastante el apetito; tú le enseñaste a jugar con el mango cortado en cubitos. Con tal de que comiera, le decías que eran como píldoras mágicas que lo transportaban a soñar dulzura, y a vivir una realidad dulce ---¿De verdad? No lo recuerdo muy bien, mi nieta.
-Sí, abuelito. Me dijo, mi daddy, que tú le dabas un cubito de mango y le pedías que cerrara los ojos y te imaginara solo como su papá. Luego le dabas otro pedacito y le pedías que te viera, únicamente, como su íntimo amigo. Luego le dabas otro trocito y le pedías que te viera, solamente, como su maestro; pues, me dijo que tú también fuiste calidad de profesor en su escuela. Y después le dabas otro poquito y le decías que si cerraba los ojos podía pasar de lo visible a lo invisible, pero siempre estarías con él. - ¡Qué bonito juego, mi niña! ¿Quieres que lo juguemos nosotros también?
-Sí, abuelito. Me encantaría. Déjame, primero cortar el mango en cubitos. Aquí tienes un cubito de mango. Cierra los ojos y piensa en mí como tu nieta preferida. -Ya lo hice, lo eres y lo serás, mi princesa.
-Ahora abre los ojos y mírame como tu amiga. -También lo hice, lo eres y lo serás, mi consentida.
-Ahora cierra los ojos otra vez y recuerda cómo era yo siendo bebé. Cómo me cargabas en tus brazos y me cantabas canciones inéditas para dormir. -Lo estoy haciendo, mi princesa.
-Ahora abre los ojos y mírame como soy ahora. Una niña grande, ya soy mamá, te he dado dos bisnietos hermosos, Mathías y Dante; yo te quiero mucho y te cuido. -Así te veo, te agradezco y eres muy correspondida, mi niña.
¿Ves, abuelito? Tú también pasarás un día de lo visible a lo invisible. Ruego a mi Dios, demore en llegar ese día. Yo, jamás te olvidaré. Lo que tú eres y me has dado vivirá siempre dentro de mí, abuelito querido.
-Sí, mi princesa, te creo. A mi edad, a mis ochenta y uno, te lo digo, mientras te abrazo sonriendo, después de ese sabroso obsequio, dulce sabor de boca que he conseguido con el mango manzano; y, con tu cariñoso beso en mi frente, me hiciste muy feliz. Compartir contigo los mangos jugosos es el mejor regalo que me pudiste hacer. Mi memoria se llenó de gratos recuerdos amarillos con tu padre de niño a quien yo le pelaba y saboreábamos esos ricos mangos desde diciembre hasta los cumpleaños en sus febreros. Ahora contigo. Sí, mi Danielita, certifico que mi tierno amor hacia ti no envejece, nunca se va; ni se irá. Tú, mi princesa, vives dentro de mí, también tu padre y mis bisnietos.
En homenaje y con ternura, a mi gran profesor visible, que está en lo invisible.
La Tierra, 13 de abril de 2023.
Tu descendencia.
Franz Alberto Merino Dávila
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