¡NO TENGO PAZ!
Génesis me sentenció, desamparé a mis padres, me aferré a mi amada fértil costilla.
Emprendí un inédito viaje. Dejamos nuestras casas; pisamos nuestras propias huellas.
Ni la fusión de nuestros cuerpos, ni la nueva costilla engendrada, me eran suficientes.
Solo emprendí otro exilio, dos caminos convergían en el sureste, apareció un tierno sol.
Se miraron al unísono la ninfa hacendosa y su poeta innovador, un diferente amor nació.
Fui desleal con la mujer virtuosa de mi juventud, desatendí aquella costilla y se pudrió.
La musa, ya fuera de tiempo, le fue imposible engendrar inocente carne;
Pero, sí inspirar y multiplicarse en cientos de eróticas y románticas prosas.
Por el amor a Dios, así debía ser para ella… para los dos… para los cuatro corazones.
Para el amor de Dios, la una, las otras y, yo, lo complacimos en su capricho.
Bendito paraíso y maldito infierno disfruto en mi caótico destino… ¡no tengo paz!
Franz Alberto Merino Dávila
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